Opinión
Nuestros pensamientos acerca de lo más importante del tenis.
Un ambiente que invitaba al optimismo
La tarde prometía. A Bernabé se le podía ver por el club de muy buen humor y se respiraba una atmósfera de partido grande. La meteorología regaló una tarde perfecta para la práctica del tenis y el público llenó la Pista Pablo Andújar. Pero, como en toda historia que busca un final feliz, tenía que haber un villano.
Ese papel le correspondió a Luka Pavlovic, jugador francés de 25 años situado casi 200 puestos por encima de ‘Berni’ en el ránking ATP. El galo ya presentó en el calentamiento sus credenciales: poderosos golpes de fondo, especialmente desde el lado de la derecha y, sobre todo, un imponente saque.
Un comienzo a pedir de boca
Bernabé no pudo pedir un mejor primer set. En esta manga, todo salió a pedir de boca: el español restó a las mil maravillas, anulando así el mayor arma de su rival, y en los intercambios de fondo se mostró mucho más sólido que su oponente, quien veía como su contador de errores se engrosaba a marchas forzadas. Apoyado fervientemente por una parte de la grada al grito de, entre otros, “soy Zapatista”, el valenciano parecía ver la luz al final del túnel.
Baño de realidad
Lo que sucedió a lo largo de los dos siguientes parciales fue un jarro de agua fría tan duro como anticlimático. De un momento a otro, Pavlovic bajó de la nube a toda la parroquia Zapatista. El tenista francés pareció crecerse ante la adversidad y demostró saber actuar cuando el ambiente no es el más propicio para sus intereses. Su saque volvió a otorgarle una gran cantidad de puntos gratis, la sangría de errores no forzados se vio suprimida y sus desplazamientos por la tierra valenciana (midiendo 1’96m) le permitieron devolver absolutamente todo lo que Bernabé le lanzó.
La tortilla es de una lenta, pero eficaz cocción
Así, Zapata claudicó (2-6, 6-1, 6-1) y acumuló su undécima derrota consecutiva. Hay que irse más de cuatro meses atrás en el tiempo - hasta finales de mayo, cuando se alzó con el título en el ITF de Mataró – para encontrar su última victoria. La nota positiva es que, como todo el que ayer se pudo pasar por el Club de Tenis de Valencia pudo comprobar, se vieron brotes verdes. Que no le quepa la menor duda a nadie: Bernabé Zapata le va a dar la vuelta a la tortilla. Es cuestión de tiempo.
Un ambiente que invitaba al optimismo
La tarde prometía. A Bernabé se le podía ver por el club de muy buen humor y se respiraba una atmósfera de partido grande. La meteorología regaló una tarde perfecta para la práctica del tenis y el público llenó la Pista Pablo Andújar. Pero, como en toda historia que busca un final feliz, tenía que haber un villano.
Ese papel le correspondió a Luka Pavlovic, jugador francés de 25 años situado casi 200 puestos por encima de ‘Berni’ en el ránking ATP. El galo ya presentó en el calentamiento sus credenciales: poderosos golpes de fondo, especialmente desde el lado de la derecha y, sobre todo, un imponente saque.
Un comienzo a pedir de boca
Bernabé no pudo pedir un mejor primer set. En esta manga, todo salió a pedir de boca: el español restó a las mil maravillas, anulando así el mayor arma de su rival, y en los intercambios de fondo se mostró mucho más sólido que su oponente, quien veía como su contador de errores se engrosaba a marchas forzadas. Apoyado fervientemente por una parte de la grada al grito de, entre otros, “soy Zapatista”, el valenciano parecía ver la luz al final del túnel.
Baño de realidad
Lo que sucedió a lo largo de los dos siguientes parciales fue un jarro de agua fría tan duro como anticlimático. De un momento a otro, Pavlovic bajó de la nube a toda la parroquia Zapatista. El tenista francés pareció crecerse ante la adversidad y demostró saber actuar cuando el ambiente no es el más propicio para sus intereses. Su saque volvió a otorgarle una gran cantidad de puntos gratis, la sangría de errores no forzados se vio suprimida y sus desplazamientos por la tierra valenciana (midiendo 1’96m) le permitieron devolver absolutamente todo lo que Bernabé le lanzó.
La tortilla es de una lenta, pero eficaz cocción
Así, Zapata claudicó (2-6, 6-1, 6-1) y acumuló su undécima derrota consecutiva. Hay que irse más de cuatro meses atrás en el tiempo - hasta finales de mayo, cuando se alzó con el título en el ITF de Mataró – para encontrar su última victoria. La nota positiva es que, como todo el que ayer se pudo pasar por el Club de Tenis de Valencia pudo comprobar, se vieron brotes verdes. Que no le quepa la menor duda a nadie: Bernabé Zapata le va a dar la vuelta a la tortilla. Es cuestión de tiempo.
7 oct 2025
3 min lectura
Un ambiente que invitaba al optimismo
La tarde prometía. A Bernabé se le podía ver por el club de muy buen humor y se respiraba una atmósfera de partido grande. La meteorología regaló una tarde perfecta para la práctica del tenis y el público llenó la Pista Pablo Andújar. Pero, como en toda historia que busca un final feliz, tenía que haber un villano.
Ese papel le correspondió a Luka Pavlovic, jugador francés de 25 años situado casi 200 puestos por encima de ‘Berni’ en el ránking ATP. El galo ya presentó en el calentamiento sus credenciales: poderosos golpes de fondo, especialmente desde el lado de la derecha y, sobre todo, un imponente saque.
Un comienzo a pedir de boca
Bernabé no pudo pedir un mejor primer set. En esta manga, todo salió a pedir de boca: el español restó a las mil maravillas, anulando así el mayor arma de su rival, y en los intercambios de fondo se mostró mucho más sólido que su oponente, quien veía como su contador de errores se engrosaba a marchas forzadas. Apoyado fervientemente por una parte de la grada al grito de, entre otros, “soy Zapatista”, el valenciano parecía ver la luz al final del túnel.
Baño de realidad
Lo que sucedió a lo largo de los dos siguientes parciales fue un jarro de agua fría tan duro como anticlimático. De un momento a otro, Pavlovic bajó de la nube a toda la parroquia Zapatista. El tenista francés pareció crecerse ante la adversidad y demostró saber actuar cuando el ambiente no es el más propicio para sus intereses. Su saque volvió a otorgarle una gran cantidad de puntos gratis, la sangría de errores no forzados se vio suprimida y sus desplazamientos por la tierra valenciana (midiendo 1’96m) le permitieron devolver absolutamente todo lo que Bernabé le lanzó.
La tortilla es de una lenta, pero eficaz cocción
Así, Zapata claudicó (2-6, 6-1, 6-1) y acumuló su undécima derrota consecutiva. Hay que irse más de cuatro meses atrás en el tiempo - hasta finales de mayo, cuando se alzó con el título en el ITF de Mataró – para encontrar su última victoria. La nota positiva es que, como todo el que ayer se pudo pasar por el Club de Tenis de Valencia pudo comprobar, se vieron brotes verdes. Que no le quepa la menor duda a nadie: Bernabé Zapata le va a dar la vuelta a la tortilla. Es cuestión de tiempo.
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